miércoles, 27 de enero de 2010

Éxtasis


Caen tus parpados, todo se vuelve negro. Nada te sabe a nada, un beso tras otro beso... insípidos. El sonido de la respiración acelerada va extinguiéndose, se escapa por las rendijas de la ventana mal cerrada. El ambiente casi sólido ocupa todo el espacio y nos obliga a estar aún más juntos, pero eres incapaz de olerlo. Toda la percepción de tus sentidos se concentra en uno solo. Cualquier sensación en tu piel se multiplica por cien, las gotas de sudor resbalan por tu cuerpo como si fuera los eslabones de una cadena helada. Sientes que ese agua brota por la explosión de placer que hay dentro de ti. Todo es suave, agradable. Eres como una pequeña muñeca de porcelana. Él es capaz de cubrirte con una sola mano, pero es capaz de hacerlo con tal fragilidad que cuando te roza es como si un paño de seda resbalara por tu espalda, acariciándola.



Kelpie.

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