lunes, 28 de febrero de 2011

Pigmalión


Es una adolescente tan bella que, en cuanto la conoce, Pigmalión quiere hacerle una escultura. La lleva al estudio y se pasa horas (dibujándola primero, pintándola después)antes de hacer la primera prueba en barro. Al Contrario que en la película, la chica no es ignorante ni habla cheli. Cuando termina la escultura se han enamorado el uno del otro.

En la cama Pigmalión descubre que es tan bella y educada como inexperta. Consciente de su papel en la historia, le enseña todo lo que sabe, sorprendido con la facilidad con la que la chica aprende. Hasta que la convierte en la amante perfecta, consciente de serlo: la que siempre había soñado.

Se amolda a cualquier juego a que él la someta, hasta que la ha sometido a todos los que conoce. Espoleado por la receptividad de la chica, hurga en el saco de las fantasías que nunca ha llevado a la práctica. Hasta que ya no es sólo él quien propone, sino que son los dos los que constryen un crescendo de excitaciones.

Ahora la chica está a sus pies con la boca abierta y los ojos encendidos. Con una cuchara, Pigmalión recoge la mezcla de semen y lágrimas que resbala por la cara de la chica y se la mete en la boca, alimentándola como a un bebé. Hechizado e inquieto, Pigmalión mira cómo la chica lame la cuchara. ¿Que más puede hacerle? La chica le implora que le haga lo que quiera.

-Basta que me lo digas y me arrastraré por las calles; si quieres traeré hombres a casa para que veas como me follan. Llámame "puta"; tú me has hecho así.

Es cierto. Sabe que, sólo con que se lo ordene, se arrastrará por las calles. Pero también sabe que, aunque no se lo ordene, lo hará igualmente. No hay más que mirarla. Cualquiera que la mire a los ojos verá un volcán de lascivia. Que no sólo no se negará nunca a nada, sino que aprovechará la primera posibilidad de traicionarlo para disfrutar del placer de engañar a quien ha sido su maestro. ¿Y si ya ha empezado a traicionarlo y, sabiendo que a él le gustaría saberlo y conocer todos los detalles, por pura perversión no se lo dice?

Lo vuelve loco la posibilidad de que se la clave otro hombre sin estar él delante y perdérselo. La mira con rabia y pasión. Tira la cuchara a un lado, se levanta; cuando la vuelve a mirar el corazón le late desmesuradamente. En un arrebato coge las cuatro cosas que la chica tiene en el estudio (un cepillo para el pelo, unos pendientes, un pintalabios, un libro), las mete en una bolsa, agarra a la chica por la muñeca, le incrusta la bolsa en el sobaco, abre la puerta, la echa y cierra de un portazo.

-Puta!



Quim Monzó

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